Edafología. Volumen 7-1. Abril 2000. pág 31-50.
En Extremadura se pueden apreciar tres Órdenes de la "Soil Taxonomy" sobre granito: Entisoles, Inceptisoles y Alfisoles.
Los suelos del Orden Entisol aparecen en zonas graníticas en posiciones desfavorables. Todos pertenecen al Suborden Orthent y al gran grupo Xerorthent, que a su vez presenta dos subgrupos con significación propia: los Xerorthent líticos, que con frecuencia aparecen asociados a Inceptisoles y son suelos predominantes en los berrocales, y los Xerorthent dístricos, que aparecen principalmente en zonas donde existe una fuerte arenización del granito y una gran erosión. Los suelos pertenecientes al orden Inceptisol se distribuyen en dos subórdenes diferenciados principalmente por el clima: el suborden Ochrept está circunscrito a las áreas con pluviometría inferior a los 1.000 mm y es el suelo más representativo del área granítica, mientras que el Umbrept aparece con pluviometrías mayores o bien en zonas altas de clima fresco y baja ETP.
Dentro de los Ochrepts se distinguen: los Xerochrepts dístricos, que constituyen el suelo clímax; suelen estar cubiertos por pastizal en más de la mitad de su extensión y son cultivados en más de la cuarta parte, y los Xerochrepts típicos, que se presentan como inclusión en las áreas dominadas por el subgrupo anterior y ocupan zonas deprimidas en las que se produce una acumulación de bases por lavado o zonas de cultivo en las que los abonados efectuados favorecen este incremento de bases.
Los Umbrepts se ubican en las zonas más húmedas, generalmente por encima de los 1.000 mm., y están situados al Norte de la región, en las Sierras de Hervas y de Tormantos y en la de Gata. Se diferencian dos grandes grupos: Haplumbrepts y Xerumbrepts. Dentro de los Haplumbrepts existen Haplumbrepts páchicos, que se sitúan en superficies llanas y a una altitud superior a los 1.400 m., Haplumbrepts énticos, situados a una altitud comprendida entre los 1.300 y 1.400 m. y cubiertos con vegetación arbustiva, Haplumbrepts líticos, que se presentan a los 1.100 m. en posiciones donde la pendiente es grande y los Haplumbrepts típicos, que se presentan entre los 1.000 y l.100 m. bajo una vegetación de robledal. Dentro de los Xerumbrepts sólo existe el subgrupo típico.
Los alfisoles sólo están representados en un pequeño enclave de las estribaciones Sur de la Sierra de Gata con una precipitación superior a los 1.200 mm., con una temperatura suave y contrastada y a una altitud situada entre los 400 y 500 m. Están cultivados por viña u olivar con muy bajos rendimientos. Sólo está presente el subgrupo de los Rhodoxeralf últicos.
Los suelos estudiados se sitúan en el Noroeste de la provincia de Cáceres y se desarrollan sobre granito adamelítico con grandes fenocristales de feldespatos. El relieve es muy ondulado y los perfiles están ubicados en superficies cóncavas con un gradiente del 8%.·
Las características climáticas generales del área son las propias del clima mediterráneo, con una pluviometría media anual de 1.276 mm. que varía, dependiendo de los años, desde menos de 400 mm. hasta superar los 3.000 mm. La temperatura media es de 13,9º C, con una media mínima mensual que rara vez cae por debajo de los 0ª C en el mes más frío y una media máxima que generalmente sobrepasa los 33º C. Estas condiciones junto con las reservas hídricas del suelo (93- 102 mm.) hacen que el régimen hídrico sea de tipo xérico, con veranos secos y sin lluvia durante más de 60 días consecutivos, y el régimen térmico sea de tipo mésico.
Estos suelos están dedicados al cultivo del olivar y la viña con muy bajo rendimiento y ocupan una pequeña área en las montañas de la Sierra de Gata. La secuencia de horizontes es Ap-Bt-C-R y las características generales del perfil medio son las que a continuación se señalan en la tabla 00. Las características analíticas del perfil medio se reproducen en la tabla 0.
La metodología que se ha utilizado es la recomendada por el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos (1984) junto con la adoptada por el ISRIC (1987). La clasifica-ción de los suelos se hizo de acuerdo con la Soil Survey Staff (1994).
El estudio óptico de la fracción entre 0,2 y 2 mm. se llevó a cabo según Dorronsoro y Delgado (1970).
La mineralogía de la arcilla se determinó mediante métodos de difracción de rayos X y el análisis químico total se hizo por fluorescencia de rayos X. Para las descripciones micromorfológicas se siguió la metodología de Bullock et al. (1985), mientras que para el análisis químico puntual se utilizó el análisis cuantitativo por microsonda electrónica.
Roca madre. El material original es granito de textura gruesa con grandes fenocristales de feldespatos de hasta 7 cm. de largo. Mediante difracción de rayos X (Fig. 1) hicimos un análisis mineralógico cuantitativo al que unimos los datos del análisis químico (Tabla 1). De aquí pudimos deducir que los feldespatos son predominantes en la mineralogía (40%) y que se dividen en microclino (17%) y oligoclasa-andesina (23%). La mica es principalmente moscovita (16%) y biotita (9%), el porcentaje de cuarzo es del 32% y por último, el circón, apatito y cianita, que aparecen como minerales asociados (2%).
Análisis granulométrico. El análisis granulométrico se muestra en la Tabla 2. Las fracciones se corresponden con las utilizadas en el análisis mineralógico. Los datos son la media de los tres perfiles estudiados.
Arena gruesa. Está dominada por cuarzo (Tabla 3) debido a un efecto de acumulación residual. Es más abundante cuanto mayor es la actividad del horizonte, de ahí que en los horizontes Ap y Bt1 esté presente en más del 50% y en el Bt3 e inferiores su presencia decaiga sensiblemente.
La mica es el componente más importante después del cuarzo, estableciendo una notable diferencia entre moscovita y biotita dada la mayor alterabilidad de ésta última. Su distribución es la contraria a la observada en el cuarzo.
El hecho más importante a destacar en esta fracción es la presencia de minerales secundarios, detectados por la mayor intensidad de reflexión (4.48Å) así como por la formación de pequeños cristales entre las secciones delgadas de mica, observados mediante el SEM. Se da una distribución muy regular de formas trioctaédricas, mientras que las dioctaédricas aumentan a mayor profundidad. La presencia de formas trioctaédricas puede considerarse como una primera fase, con pérdida de potasio y una compensación de la carga por oxidación de hierro junto con una reorganización de los recubrimientos tetraédricos debido al exceso de sílice resultante de la hidrólisis de feldespatos y cuarzo en constaste disolución.
La presencia de caolinita, de contenido muy uniforme, se debe a su neoformación a expensas de feldespatos y posiblemente también de micas. Se encuentra ocluída en las cavidades de corrosión de la primera y entre las secciones delgadas de la segunda.
La presencia de clorita también merece especial mención ya que no se detectó en el material original sino que procede de la formación de un recubrimiento adicional de las micas, el cual debe ser de tipo alumínico dada la falta de magnesio en los horizontes donde aparece.
Arena fina. Su conducta es muy similar a la fracción anterior. Se produce una disminución de cuarzo en favor de otros minerales más susceptibles a la fracturación como por ejemplo los feldespatos, y en cierta medida, las micas (Tabla 4).
Hay un mayor contenido de minerales secundarios teniendo en cuenta la mayor reactividad de esta fracción y el mayor espacio para reunir a los pequeños cristales de nueva creación o de reciente transformación y así evitar su acumulación en las fracciones más finas.
La disminución de illita trioctaédrica es muy notable, quedando relegada a los horizontes superiores, donde es más activa, mientras que en los inferiores está teniendo lugar una substitución total de magnesio.
Limo grueso. El contenido de minerales primarios sigue decreciendo (Tabla 5) a pesar de que el contenido de cuarzo parezca ser bastante elevado para una fracción tan fina. Este hecho lo atribuimos a que la matriz está en proceso de formación y llega a ser libre a consecuencia de la alterabilidad del resto de los minerales. Las micas invierten su tendencia y decrecen en favor de las illitas, mientras que los feldespatos permanecen más o menos igual pero con una escasa presencia de plagioclasas. Los minerales secundarios aumentan, concentrándose en los horizontes más profundos.
El hecho más significativo es la enorme presencia de hematites en el horizonte iluvial a causa de un movimiento asociado a la arcilla, hecho que se asocia a los granos de mayor tamaño que dan intenso color a esta fracción.
Limo fino. Continua la disminución de minerales primarios (Tabla 6). El cuarzo sólo mantiene una presencia efectiva en los horizontes superiores, siendo de naturaleza residual. El resto de minerales aparece según su alterabilidad.
La caolinita empieza a ser el mineral predominante sobre todo en los horizontes inferiores, mientras que el contenido de illita aumenta en los horizontes más activos.
Arcilla gruesa. El mineral más importante en todos los horizontes es la caolinita (Tabla 7), que cuenta con una distribución muy homogénea. Siguiéndole en importancia se encuentra la illita, que está presente en los subhorizontes centrales del horizonte iluvial. También se dan restos de minerales primarios.
La clorita está presente en todos los horizontes y su origen, como ya se comentó, se debe a la presencia de interestratificaciones en los horizontes superiores entre este mineral y la illita.
Arcilla media. Aquí sólo se encuentran minerales secundarios. El hecho más importante es la concentración de caolinita en los horizontes iluviales (Tabla 8) como consecuencia de este proceso y la disminución gradual de illita con la profundidad. Arcilla fina La fracción fina está constituida en su mayor parte por caolinita (Tabla 9) dado su origen de neoformación con un tamaño de grano muy fino.
Para una mejor comprensión del proceso global calculamos la composición mineralógica de cada horizonte. Tras obtener este cálculo, unimos los minerales primarios a los secundarios, que derivan de aquéllos, tal y como se muestra en la Fig. 1. Sólamente incluimos caolinita como derivado de los feldespatos, mientras que la illita, clorita y minerales ferruginosos fueron incluidos en los derivados de las micas.
El cuarzo (Fig. 1) muestra un enriquecimiento residual en los tres horizontes superiores en los que predomina la alterabilidad de los componentes más lábiles. El descenso que se produce en el horizonte iluvial se debe a la acumulación de arcilla que se diluye con el resto de los componentes. El aumento observado en el horizonte Bt1 está relacionado con el proceso de "empardecimiento" visto en el estudio micromorfológico.
La conducta de los feldespatos y sus derivados (Fig. 2) es contraria a la observada con el cuarzo. Experimentan una pérdida en los horizontes eluviales y un ligero enriquecimiento en los iluviales a causa de la movilización de la caolinita hacia éstos, sin que por ello se compensen las pérdidas sufridas. Se produce una intensa lixiviación de potasio así como de parte de sílice, aunque la mayor parte de éste último ha sido estabilizado por aluminio.
La figura 3 nos confirma la acumulación iluvial de caolinita en los horizontes Bt2 al C, mostrando una alteración máxima en los horizontes Ap y C, donde la concentración de feldespatos es menor. No se da ninguna equivalencia entre los feldespatos destruidos y la caolinita de reciente formación, de lo que resulta un exceso de hidróxido de aluminio, un hecho muy frecuente en suelos ácidos bien drenados como ha sido demostrado por varios autores (Calvert et al., 1980; Huang, 1989).
Con respecto a la relación entre micas e illitas (Fig. 4) encontramos que la alteración de la primera es muy similar a lo largo de todo el perfil, mientras que la distribución de la segunda aumenta con la profundidad. Este hecho no puede atribuirse a su iluviación como ocurre con la caolinita, ya que no aparecen en el recubrimiento del horizonte iluvial. Si relacionamos este hecho con la pérdida de feldespatos, que por su parte no se debe a causa a de la formación de caolinita, debemos interpretarlo como una transformación de feldespatos en illita debido a una menor permeabilidad del medio provocada por la acumulación iluvial de arcilla, lo que permite que la sílice se conserve mejor y genere un proceso de bisialitización con formas muy pobres en potasio y ricas en aluminio (hidromicas alumínicas).
El hecho anteriormente mencionado se sustenta por la existencia de nódulos blancos en los horizontes inferiores. Éstos proceden de los fenocristales grandes presentes en la roca madre que, al ser analizados con ME, muestran una composición diferente en el centro y en la periferia (Tabla 10). Este hecho es compatible con la presencia de illita en el centro y de caolinita en las partes exteriores con mejor drenaje.
Se observa un hecho importante y es la exclusiva presencia de caolinita como mineral laminar en los recubrimientos de horizontes iluviales, asociada con hematites y goetita que constituyen los productos de alteración de las micas. La illita tiene una carga superior que la caolinita y a pesar de que su tamaño puede ser mayor debido a su transformación, sin embargo su capacidad para la ser iluviada debe ser similar. Aún así no tenemos evidencia de movilización, lo que nos lleva a pensar que en la era en que la movilización era más intensa, la presencia de illita era nula o muy escasa aunque la alteración de las micas fuera un hecho probado por la iluviación conjunta de caolinita y minerales ferruginosos. Todo esto nos lleva a la conclusión de Harris et al. (1985) y Norflett y Smith (1989), según los cuales en la etapa primaria de la génesis del suelo, la principal tendencia era la formación de caolinita a partir de feldespatos y de micas, y a medida que el medio fue haciéndose más confinado y las precipitaciones disminuyeron, la tendencia ha ido invirtiéndose hacia la formación de illita.
Se deberían resaltar algunos aspectos relativos a la morfología, cuyas principales características se muestran en la Tabla 11. El subhorizonte Ap1 muestra un color más pardo pero a la vez más pálido que en el resto del suelo, destacando la presencia de poros cubiertos con granos de arena fina y muy fina, lo que nos hace pensar en un horizonte E anterior modificado mediante el cultivo de la tierra. En el subhorizonte Ap2 se puede observar un color rojo intenso ajeno al horizonte A, lo que sugiere que su origen provie-ne del anterior horizonte Bt que ha sido alterado por el uso.
El horizonte Bt destaca por la estructura, el intenso color rojo y la presencia de recubrimientos de arcilla. Estos recubrimientos (Tabla 12) son muy evidentes en los subhorizontes Bt1 y BC, en los que aparece en la superficie de los agregados y entre los poros, mientras que en el subhorizonte Bw únicamente aparecen en algunos poros y son recubrimientos muy finos únicamente identificables mediante lupa.
Los subhorizontes Bt2 y BC muestran con frecuencia nódulos blancos de consistencia ondulante con un diámetro comprendido entre 1 y 2 cms. En algunos casos tienen forma cilíndrica y son considerados restos de los fenocristales de feldespatos existentes en la roca madre. En el horizonte C es muy significativa la gran cantidad de láminas de micas. También habría que resaltar el aumento de la capacidad de intercambio catiónico que el suelo experimenta a medida que aumenta la profundidad (Tabla 13), así como que este hecho no se corresponde con la variación del contenido de arcilla en el mismo sentido. También se observa un mayor grado de saturación a causa del aumento de Mg ++ y de la acumulación de Al +++ cambiable en los horizontes más inferiores, principalmente en el horizonte C.
Génesis del suelo. Genéticamente se pueden distinguir dos etapas de formación muy bien diferenciadas en relación con las variaciones climáticas y la deforestación sufrida en la región. La primera etapa tuvo lugar con un clima más húmedo que el actual pero igualmente variable, siendo la vegetación presumiblemente del tipo de bosque mediterráneo (alcornocal). Los procesos desarrollados son alteración, ilimerización y rubefacción, repitiéndose en la actualidad aunque de diferente manera e intensidad.
Alteración. La Figura 1 muestra el diagrama de rayos X del total de tierra fina en cada horizonte y en el material original, de donde se pueden deducir los principales cambios mineralógicos experimentados por los suelos. Los feldespatos sufren una hidrólisis que se acumula en la fracción fina de la arcilla (Fig. 5) y, probablemente, se iluvia hacia los horizontes más bajos, razón por la que no se puede establecer ninguna relación entre los feldespatos destruidos y la neoformación de caolinita.
Las micas se transforman lentamente en illitas, hecho que se muestra en la gradual aparición y crecimiento de la reflexión 4.48Å, acumulándose en la fracción más gruesa de la arcilla (Fig. 5).
Desde el punto de vista químico, todo lo anterior se puede verificar mediante el estudio de los valores que aparecen en la Tabla 14, considerando al Zr como elemento estable y aplicando la siguiente ecuación:
X = xh xr *r
donde X es la variación del componente x, xh corresponde al valor actual del componente x en cada horizonte, xr es el valor del componente x en el material original y r es la relación entre el contenido de Zr en cada horizonte y en el material original. Los valores de r se muestran en la tabla 15.
En la Tabla 14 se puede ver una pérdida general de sílice, que es mayor en los horizontes Ap y Bw y disminuye conforme avanza la iluviación, ya que a causa de ésta la sílice aparece en forma de arcilla. El aluminio y el hierro tienen un comportamiento muy parecido, sufren pérdidas en los horizontes superiores y acumulaciones en los inferiores. Los alcalinos y alcalinotérreos sufren una pérdida general a causa de la lixiviación, aunque aquí habría que resaltar el comportamiento del magnesio ya que sus pérdidas son mínimas en los horizontes inferiores, donde se observa un aumento de su contenido en el complejo de cambio que consigue provocar la sustitución de hierro en la biotita y su transformación en flogopita, apareciendo un pico a 3.39-3.40Å en los horizontes inferiores (Fig. 1). Los valores de r se muestran en la Tabla 15.
Finalmente si miramos la Tabla 16, donde se muestran las relaciones existentes entre el hierro extraíble y el total, encontramos que los valores correspondientes al hierro extraído con oxalato son relativamente bajos si los comparamos con los de la extracción de ditionito-citrato. Este hecho podemos interpretarlo como un proceso intenso anterior de alteración que ahora se debilita con la excepción de los horizontes Bw y C, en que la actividad actual todavía es intensa. El horizonte C coincide con el FIGURA 5. Patrón de difracción de rayos X de las diferentes fracciones de arcilla. anterior, mostrando el menor porcentaje de actividad.
Ilimerización. Tras la formación del horizonte cámbico tiene lugar un proceso de ilimerización que se hace evidente por la distribución de arcilla total, y más particularmente, de arcilla fina (<0.08_) tal y como se muestra en la Tabla 2. El examen morfológico de los perfiles revela recubrimientos de arcilla en el horizonte Bt (Tablas 11 y 12). Los recubrimientos de arcilla son frecuentes en las cavidades y en la superficie de los agregados de todos los subhorizontes del horizonte árgico e incluso en el horizonte C.
La dispersión de arcilla es mejor cuanto mayor es su capacidad de intercambio catiónico y menor su tamaño (Dorronsoro y Aguilar, 1988). La illita muestra una mayor capacidad de intercambio pero menor tamaño que la caolinita; ambas están presentes en el horizonte Bt y experimentan un proceso de acumulación, pero mientras que la illita es un producto de la transformación que se genera en el propio horizonte, la caolinita surge de una neoformación y de la iluviación, tal y como se demuestra por el análisis cuantitativo de microscopía electrónica en varios recubrimientos del horizonte Bt2. Los resultados de dos de estos recubrimientos aparecen en la Tabla 17, donde la relación SiO 2 /Al 2 O 3 toma el valor de 1,27, ligeramente superior al 1,18 de la caolinita teórica. El exceso de sílice y la presencia del resto de elementos se debe al propio material en que se deposita la arcilla.
Por medio de las técnicas recomendadas por Smeck et al. (1968) calculamos el equilibrio de arcilla total y sus fracciones en el horizonte C, asumiendo que sólo podría tener lugar el proceso de alteración y no de iluviación, lo que no es totalmente cierto. El horizonte inmediatamente inferior, sin embargo, no puede usarse ya que no contiene arcilla sino roca. La Tabla 18 muestra los resultados de la aplicación de la siguiente ecuación:
C = ch * dh cc * dc * f
donde C representa la ganancia o pérdida en cada horizonte, ch y cc son los porcentajes de arcilla en el horizonte que se está considerando y en el horizonte C respectivamente, dh y dc son las densidades aparentes de cada horizonte y del horizonte C respectivamente y f es la relación entre el contenido de Zr en cada horizonte y en el horizonte C.
En la Tabla 18 se puede ver que en los horizontes Ap y Bw se da una pérdida de arcilla total, mientras que en el horizonte Bt1 se produce un ganancia de la misma. Las aparentes pérdidas sufridas en los horizontes Bt2 y BC son en realidad ganancias, pero aún son inferiores que las producidas en el horizonte C. La arcilla gruesa tiende a acumularse en el horizonte Bt1, hecho que se debe más a la alteración que a la iluviación, con un movimiento mínimo o cero ya que normalmente está generada por illita y ésta no parece en los recubrimientos estudiados. La arcilla media se mueve claramente hacia los horizontes Bt1 y subsiguientes, mientras que la arcilla fina tiende a concentrarse en el horizonte BC. Todo esto demuestra claramente las conclusiones expresadas por numerosos autores al declarar que la arcilla fina es muy capaz de permanecer en suspensión.
El estudio micromorfológico confirma la existencia de una importante alteración en todo el perfil, lo que se demuestra por el alto grado de corrosión de todos los granos de cuarzo presentes y, sobre todo, por la importante iluviación primaria tal y como la refirió Mermut (1978). La alteración también afecta a la materia orgánica, especialmente en el horizonte de superficie al contener restos de gran tamaño que han perdido su unidad celular.
En cualquier caso, las características más notables son las iluviales, con un índice 4 de iluviación en el horizonte BC. Las características iluviales están presentes en todas sus formas, no sólo como recubrimientos e hipo-recubrimientos sino también como material de relleno. Hay que destacar la existencia de recubrimientos amarillos y rojizos correspondientes a los de arcilla y de arcilla de hierro cútanes de arcilla y cútanes de arcilla-hierro tal y como los definió Brewer (1964), indicando que el hierro puede formar parte del proceso de iluviación sin que necesariamente tenga que ser así.
Los recubrimientos e hiporecubrimientos están constituidos por arcilla límpida e impura alrededor de los granos y poros, con una clara extinción y laminación paralela. Sin embargo, el hecho más notable es la gran cantidad de fragmentos de recubrimientos e hiporecubrimientos en todos los horizontes, que es muy típico de los horizontes paleárgicos.
Por último habría que señalar la existencia de un cierto grado de iluviación en los materiales de tamaño de limo en el horizonte Bt2. Estos materiales parecen mostrar un determinado proceso de hidromorfia.
Rubefacción. La rubefacción se manifiesta en la formación del suelo de hematites y goetita que no estaban presentes en el material original. Su asociación con la arcilla en los recubrimientos se demuestra mediante el análisis por microscopía electrónica (Tabla 18).
Los datos y consideraciones expuestos anteriormente nos permiten afirmar que estamos ante suelos muy viejos dada la extensión mostrada por la alteración. Esto, unido a la presencia de recubrimientos de arena en el horizonte Ap1, nos permite señalar que en un primer ciclo evolutivo se formó un suelo similar al presente pero con un horizonte E muy diferente. La posterior deforestación y cultivo de la tierra han provocado la erosión de la parte superior del perfil, y los restos del anterior horizonte E junto con la parte superior del horizonte Bt han dado lugar al actual horizonte Ap, el cual todavía muestra un tono muy claro en su parte más superior (Ap1) y otros tonos más rojos en el horizonte Ap2.
El mayor contenido de arcilla en el horizonte Bt1 demuestra que el proceso de ilimerización ha vuelto a comenzar en la actualidad, a pesar de que la intensidad del propio proceso sea menor. La ilimerización se da a la misma vez que la alteración, siendo ambos procesos los responsables de la existencia de arcilla en el horizonte Bt.
El exceso de aluminio origina la formación de cloritas alumínicas, las cuales no podrían haberse formado en el ciclo anterior ya que únicamente aparecen en los horizontes superiores; mientras tanto, el resto de la composición del perfil muestra una gran uniformidad. Su reciente formación está muy clara debido a la presencia de minerales interestratificados. Por otra parte, el aluminio tiene una mayor movilidad en las áreas anteriores tal y como lo refleja su acumulación en el complejo de cambio de los horizontes más profundos.
La dirección de la alteración en los feldespatos ha cambiando de la misma manera a causa de esta menor lixiviación. Los fenocristales grandes que aún quedan en los horizontes inferiores con un índice de actividad muy reducido están llevando a cabo una sericitación interna, a la vez que se produce una caolinización externa ya que es aquí donde se intensifica la lixiviación. Todo esto origina que el grado de saturación en el complejo de cambio del suelo aumente, a pesar de que el contenido mineral escasamente cambiante en los horizontes superiores dificulte este aumento.
Se pueden observar dos ciclos genéticos muy diferentes en el estudio de estos suelos, a pesar de que sus procesos formativos sean muy similares.
El primer ciclo se caracteriza por la formación de caolinita a expensas de feldespatos y plagioclasas y por la transformación de micas en illitas, predominantemente dioctaédricas.
Al alcanzar un nivel suficiente de argilización se produce la iluviación de arcilla, que tiende a ser de caolinita y de minerales ferru-ginosos. De aquí surge la formación de un horizonte árgico rojizo con un horizonte álbico en su parte superior.
Un ciclo erosivo posterior ocasionó la desaparición de las capas superiores del suelo, dejando parte del horizonte álbico. Este horizonte es hoy día el horizonte Ap.
Un nuevo ciclo de evolución del suelo hace que el aluminio se diversifique en la superficie en cloritas alumínicas, mientras que en capas mucho más profundas hay una gran tendencia a la sericización de los fenocristales presentes en la roca madre. Todo este proceso se ralentiza por la presencia de un clima más frío y menos húmedo.
Simultáneamente tiene lugar una "empardecimiento" de la superficie del horizonte árgico, con una posterior iluviación de arcilla que hace que este horizonte se desplace verticalmente de abajo a arriba. No hay ninguna evidencia del cambio en la naturaleza de la arcilla iluviada, ya que en el análisis de los recubrimientos se demuestra que todos son de naturaleza caolinita.
Barron,V. y Torrent, J. (1987). Origin of red-yellow mottling in a feric acrisol of sout-hern Spain. Zeitschrift FürPlanzenernährung und Bodenkunde, 150, 308-313.
Brewer, R. (1964). Facric and mineral analysis of soils. John Wiley and Sons. New York.
Bullock, P., Fedonroff, N., Jongerius, A., Stoops, G., Tursina, T. y Babel, U. (1985). Handbook for Soil Thin Section Description. Waine Research Publications. Wolverhampton. England.
Calvert, C.S., Buol, S.W. y Weed, S.B. (1980). Mineralogical characteristics and transformation of a vertical rock-saprolite-soil sequence in the North Carolina Piedmond. I. Profile morphology, chemical composition and mineralogy. Soil Science Society American Journal, 44, 1096-1103.
Cho, H.D. y Mermut, A.R. (1992). Pedogenesis of two forest soils (Kandiustults) derived from metamorphosed granite in Korea. Soil Science Society American Journal, 56, 517-525.
Dorronsoro, C. y Delgado, M. (1970). Fundamentos de un método para el estudio óptico de la fracción arena gruesa de suelos. ARS.PHARM. 361-375.
Dorronsoro, C. y Aaguilar, J. (1988). El proceso de iluviación de arcilla. Anales de Edafología y Agrobiología, 47 (1,2), 311- 350.
Duchaufour, P. (1977). Atlas ecológico de los suelos del mundo. Toray-Masson. S.A.. Barcelona.
FAO. (1988). Soil map of the world (Revised Legend). Food and Agriculture Organization of the United Nations. Rome.
Fernández, R.N. y Schulze, D.G. (1992). Munsell Colors of Soil Simulated by Mixtures of Goethite and Hematite with Kaolinite. Zeitschrift Für Pflanzenernährung und Bodenkunde, 155 (5,6), 473-478.
Gallardo, J., Aleixandre, T. y Guerra, A. (1981). Horizontes argíllicos en suelos sobre rocas intrusivas y metamórficas en la Sierra de Guadarrama. Anales de Edafología y Agrobiología, 40 (7,8), 1089-1100.
García, A., Fernández, J. y Saura, I. (1993). Genesis of a red soil developed over granite in a xeric climate. 2nd International Meeting on "Red Mediterranean Soils" ISSN 1021-4089. 119-122.
Harris, W.G., Zelazny, L.W., Baker, J.C. y Martens, D.C. (1985). Biotite kaolinitisation in Virginia Piedmond soils: I. Extent, profile trends and grain morphological effects. Soil Science Society American Journal. 49. 1290-1297.
Huang, P.M. (1989). Feldspars, olivine, pyroxenes and amphibols. Soil Science Society American Journal, 53, 975-1050.
ISRIC. (1987). Procedures for Soil Analyses. In: Technical Paper No. 9. 2nd edn. (eds L.P. van Reevijk). International Soil Reference and Information Centre. Wageningen.
Martín Ramos, J.D. (1990). Programa evaluador de diagramas de rayos X. D.L. M-11719 N.R. 18605. Versión 1.990.
Mermut, A.R. (1978). Micromorphological study of initial clay illuviation and formation of a red Mediterranean soil. Proceedings of the Fifth International Working Meeting on Soil Micromorphology. Granada. 433-444.
Norfleet, M.L. y Smith, B.R. (1989). Weathering and mineralogical of selected soils in the Blue Ridge Mountains of South Carolina. Soil Science Society American Journal, 53, 1771-1778.
Rutherford, G.K. (1987). Pedogenesis of two Ultisols (Red Earth Soils) on granite in Belize, Central America. Geoderma, 40, 225-236.
Sánchez, J.C. (1990). Textucen. XVII Reunión Nacional de Edafología. Badajoz
Smeck, N.E., Wilding, L.P. y Holowaychuk, N. 1968. Genesis of argillic horizons in Celina and Morley soils of western Ohio. Soil Science Society American Proceeding, 32, 550-556.
Soil Survey Staff, (1994). Keys to Soil Taxonomy. SMSS. 6th edn. Virginia Polytechnic Institute and State University.
USA Department of Agriculture. (1984). Soil Survey laboratory methods and procedures for collecting soil samples. Soil Survey Investigation Report No. 1. Soil Conservation Service. Washington D.C.
Zao, Q.C., Xue, S.K., Shi, H. y Wang. M.Z. (1991). Preliminary study on element leaching and current soil-forming process of red soils. Pedosphere, 1 (2), 117- 126.